CRÓNICAS DE LA CIUDAD DEL MIEDO

"Nadie nos prometio un jardin de rosas, hablamos del peligro de estar vivos"

martes, diciembre 07, 2004

Los minúsculos reinos

Gritaba el cielo esa tarde. Una lluvia persistente hirió la base del macetero de madera, apolillado. ¡Craz!, el quejido del pino muerto y ahí quedaron seis mundos, expuestos entre los trozos de barro cocido, pintado tipo talavera. Ámele amaba sus plantas. (¡Craz!) Se mojaron los habitantes de los minúsculos reinos. Intraterrestes. Se mojaron hasta nadar en las lágrimas de la tierra. Ámele mira el desastre desde la ventana, están ahí disolviéndose en mil hebras marrón, con nudos. Pasado el Apocalipsis de una hora, con el arcoiris se reanimaron los pequeños monstruos y se arrastraron a colonizar ahora la vereda húmeda, fácil de remover, y ahí se encontraron a otros iguales, y riñeron; y los unos ganaron espacio y los otros murieron comidos por seres más pequeños, más voraces. Nuevos minúsculos reinos se forman ahora Desde la ventana empañada y espesa, mientras juguetea con la concha de una caracol, Ámele piensa cuándo terminara el lluvioso verano, cuándo las eras humanas, cuándo será para los hombres el Apocalipsis del minúsculo reino que alguien más ve desde la ventana.

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