CRÓNICAS DE LA CIUDAD DEL MIEDO

"Nadie nos prometio un jardin de rosas, hablamos del peligro de estar vivos"

jueves, febrero 10, 2005

Amor-e-s II

Pues si, esta es la segunda ... Diana cerró la puerta de su departamento. La noche calló el murmullo que la perseguía desde la avenida, desde allá abajo. La soledad de su casa le dio la bienvenida hasta incluirla en su rictus impasible. La cocina la recibió con las notas de la semana pegadas en el refrigerador. Descargó su cuerpo del pesado traje sastre pardo. Soltó la melena oscura, y se fundió el sofá de piel con un cigarrillo entre los dedos que despedía su humillo pegajoso al ritmo de jazz. Con un gesto soñador recupero la realidad. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve. Ya son las nueve. Un movimiento reflejo de su cuerpo endeble basto para lanzarse a la silla vacía frente a la computadora personal. Dos rosas aguardaban junto a la máquina, envenenado fragantes el espacio corto, (fugaz existir), diez o quince centímetros, no puede esperarse mas de una flor de invernadero. Diana, entra ahora al mundo donde su monotonía normal se vuelve una rutina idílica; no hay balances, ni reuniones de la dirección. Diana descansa su brazo en la mesa, acaricia el mouse al ritmo del jazz. Ahí esta el amor, en el aire, tan fácilmente palpable, se convierte en “ella”, del otro lado, un anónimo se con vierte el “él”, y la música jazz crea lo indecible. La reunión equidistante es perspectiva de solo un par de miradas, una realidad virtual perfecta, simple, algo más simple que la sonrisa; no hay fábulas que contar; no hay actuaciones vanas, desnudar la mente. Diana fuma cigarrillos esbeltos, viste de gris, tiene cabellera oscura y un motivo para sonreír.

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