CRÓNICAS DE LA CIUDAD DEL MIEDO

"Nadie nos prometio un jardin de rosas, hablamos del peligro de estar vivos"

viernes, agosto 19, 2005

Yo Tomo ¿Quién sos? ¿Cómo sos? cuando venís, ¿Cuándo llegaste?, ¿Cuándo te vas?, ¿Por qué te fuiste? (...) No si me querés, si tu me engañás, si volveré, si volverás, si esta todo bien, o esta todo mal... (...) Yo tomo para no enamorarme, me enamoro, para no tomar ¿Cuánto tenés?, ¿cuanto me das?, ¿cuanto querés?, ¿cuánto cobrás? (...) BV,(sic) ...Y no me sonrojo si te digo que te quiero (sic) JP

muchos buenos días, tres malas noches

Después de probarme una y mil veces la inutilidad de esperar me encontré en ese absurdo supuesto mientras miraba brillar la tarde sobre la ciudad de Tlaxcala; esperar que regrese el tiempo; que caigan las hojas, que sea un entero lo que se partó en mil pedazos; que pase lo que ya pasó; que se calme la tormenta que ya se esta secando; que florezcan las jacarardas; que vuelva a salir el sol; y caí en cuenta de lo siguiente: la ociosidad y la espera son algunas de las cosas más placenteras en la vida; si acaso no son fructuosas, tampoco te fastidian. Te permiten tener la calma bastante como para arrojarte de diez pisos y pensar aún en sentir el fresco aire, esperando que bajen los ángeles a rescatarte de los nueve círculos. Qué tarea por Dios!

martes, agosto 16, 2005

MEDIA HORA DE INTERNET Y CUATRO REFLEXIONES HUÉRFANAS Y VAGABUNDAS

Y nada... escuchando “ de música ligera” esperando que el Internet me cargue una página, alguna por lo menos de las seis ventanas abiertas que tengo, y también esperando que el tiempo me regrese algo de esa vagabundez que me caracterizó en años anteriores. Algunos amigos se conectan intermitentemente al Internet, y yo veo ir y venir las ventanitas azules del gastadísimo msn hot, como si fueran capítulos de mi vida que alguien pasa en un aparato viejo de cine; algunas personas de las que cruzan por tu messenger son tan importantes en tu vida que llega el momento que las tienes ahí en tus contactos “ recuerdo”, y se vuelven casi tan intocables como las cartitas con olor a chicle, que guardas desde secundaria, (de esas que traen letra malhecha y faltas de ortografía), o el llavero, la foto y el billete de dólar que guardas en la billetera; se vuelven tan intocables que cruzan por tu pantalla a deshoras y las ves como fantasmas, sin que la emoción te lleve siquiera a intentar jalar el mouse para hablarles, y es que a veces el mause ya es es una extensión de tu mano... Y bueno, el estudiar, el viajar y el ganar, son verbos, que en si no contienen ninguna cosa; me doy cuenta que significan el camino corto para huir de uno mismo, de perseguir eso que no sabemos qué es y de llevar cargando un estigma de transiciones inútiles que tarde o temprano habrán de enorgullecernos o avergonzarnos. Ahora tendremos que volver a filosofar si la felicidad es lo que queremos o lo que parece que queremos; no creo que sea ninguna de las dos, por el momento, debe ser algo más grande; menos siniestro que la simplicidad de dos frases gastadas; para mi que quizá, debamos la felicidad a lo que ya tenemos y que defendemos a uñas y dientes, a veces aún sin darnos cuenta... Después de estas tres reflexiones DES-HE-BRA-DAS, descabezadas y atadas en ningún lado, ya se deja tejer el sueño y el hastío, lo que implica, sin más, que es hora de dormir; o de pretender dormir, o de soñar o dejar de hacerlo, o de apagar la luz, o de prender la de emergencia, o de golpear la lámpara de la mesita (que no tengo), para que me deje de fastidiar con la idea de que debo escribir lo que pienso todas las noches; y de escribir lo que pienso todas las noches, para leerlo a la luz del día y decidir que me equivoqué la noche anterior tomando el atajo de la derecha, que me lleva siempre al camino que todos creen correcto ( que no lo es) y que me tuerce diez kilómetros de la meta que se que tengo y no existe...